Nos ubicamos en el contexto actual de intensa movilización opositora, a
partir de la convocatoria de la marcha de los jóvenes estudiantes con
motivo del día de la Juventud - 12 de Febrero-. Nos referimos a la
convocada por los jóvenes; que además atrajo un volumen considerable de
participantes más allá de los mismo estudiantes, ya que se agregaron
ciudadanos de distintas condiciones socio económicas. El desenlace de
esta marcha en la ciudad de Caracas con saldo de muerte y heridos, dio
lugar a reacciones que aún hoy diez días mas tarde se mantienen activas,
inflamadas con el combustible de la represión.
En estos días se ha observado particularmente un fenómeno relacionado
con el sector laboral que exponemos para su análisis. Se trata de
convocatorias de sectores laborales en actitud competitiva o casi de
provocación a las manifestaciones de origen estudiantil. Una de ellas en
Caracas, la convocatoria de una marcha de trabajadores petroleros
asociadas con la firma del convenio colectivo petrolero, justo el mismo
día de otra masiva convocatoria opositora. Otro caso fue una marcha de
trabajadores en Ciudad Guayana, señalando como ruta justamente una que
llevaba a transitar, por el mismo lugar en donde desde fecha previa se
mantenía una vigilia por parte de estudiantes.
Las actuaciones del movimiento de los trabajadores en momentos
complejos como los que se han observado en estos días días son muy
importantes, porque pueden inclinar hacia un lado u otro la puja de
poder que un conflicto supone. Además su participación es entendida con
los elementos propios de un movimiento popular y civil, es decir con las
armas de la razón, la identidad y la movilización.
Mirando otros momentos críticos de la historia moderna venezolana, en
el año 1957 unas reacciones estudiantiles en Caracas en noviembre y en
el mismo mes protestas obreras en la zona industrial de La Yaguara,
prendieron la mecha para que menos de dos meses más tarde un
levantamiento militar completara, junto a una rebelión civil la caída
del régimen militar de entonces.
Lo que estamos viendo en el presente no necesariamente se asemeja a lo
señalado en el anterior párrafo. Pero lo que se quiere destacar es el
peso e importancia de las protestas tanto estudiantiles como obreras y de la sociedad civil en general
cuando apuntan a un mismo propósito. En el caso que señalamos de estos
días, más bien son acciones con componentes confrontativos entre una y
otra protesta, es decir más que sumar, son orientadas para restar.
Aunque hemos de considerar que las acciones obreras no provienen de un
proceso de desenvolvimiento autónomo, ya que el modelo de relación
Estado y Movimiento de los Trabajadores es de subordinación a los
intereses de aquél.
De nuevo mirando nuestra historia, en la convulsa primera mitad de la
década del sesenta, de intensa protesta estudiantil tanto por razones de
política interna como externa, la participación obrera a cargo de la
conducción de liderazgo laboral estuvo centrada en confrontar con las
protestas estudiantiles, al tiempo que los órganos de seguridad y
policiales se encargaban de reprimir tanto a líderes estudiantiles como
obreros de izquierda. A la larga las protestas estudiantiles fueron
derrotadas, y más temprano que tarde parte de su dirigencia optó por el
camino de la rebelión y subversión.
Hay que reconocer que para entonces ya la dirigencia alta y media del
movimiento sindical estaba incrustada en posición institucional
comprometida en el ejercicio de poder en el país. El modelo de relación
movimiento sindical y Estado era el determinante para garantizar un peso
favorable del movimiento que encabeza la CTV en las grandes decisiones
de política que en el país se tomaban. Se ha hablado de corporativismo
para caracterizar la relación que se construyó entre el gobierno y los
líderes sindicales afines. En el caso presente, un contraste es el hecho
de que el papel de las organizaciones sindicales en la conducción del
gobierno es marginal. La política laboral no privilegia que los
sindicatos tengan organizaciones vigorosas, con capacidad propia de
movilización, sino más bien organizaciones subordinadas a las exigencias
de un gobierno con predominio creciente de lo militar, que es
equivalente a desconfianza con los movimientos laborales. La ausencia de
dialogo no es solo un reclamo que proviene del movimiento de los
trabajadores en general y de la sociedad civil sino que también muy particularmente de
aquellos sectores diversos que son afines con el Chavismo.
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