El tema de la religión es ya en si mismo un tema sumamente
rico y complejo. Por eso, hablar de las religiones en la actualidad es
sin duda una tarea bastante ardua. Pero el tema es también muy interesante e incluso
fascinante, si hemos de creer a Ch. Baudelaire, que decía que “nada hay
tan interesante en la tierra como las religiones”.
1. ¿Resurgir de lo religioso?
¿Sigue siendo nuestra sociedad religiosa? ¿Tiene actualidad
el tema de religión cuando hasta en la escuela cuesta reconocerle un
puesto legítimo?. Se ha escrito que el hombre es “un animal religioso”,
que no puede vivir sin dioses ni ritos religiosos: “el hombre no vive
de otra cosa que de la religión o de ilusiones” (G. Leopardi).
El sociólogo de la religión E. Durkheim habla de la
“pervivencia de la religión” a través de todas las transformaciones
históricas y vaivenes socio-culturales: “Hay algo eterno en la religión
que está destinado a sobrevivir a todos los símbolos particulares con
los que sucesivamente se ha recubierto el pensamiento religioso” (1). Y
el gran especialista en la historia de las religiones, M. Elíade, cree
que “el hombre arreligioso en estado puro es más bien raro, incluso en
la más desacralizada de las sociedades modernas; la mayoría de los
hombres ‘sin religión’ se sigue comportando religiosamente, sin
saberlo” (2).
Podemos decir por lo tanto que a pesar de la proclamación del
fin de los estadios religioso y metafísico y el inicio de la “era
científica” de la humanidad por parte de A. Comte y el positivismo
filosófico, lo religioso sigue estando universalmente presente y las
religiones siguen estando vivas. Es más, desde los años 70 se habla una y
otra vez en los medios de comunicación de un “retorno de lo religioso”
(3); quizá nunca como ahora han pululado tanto las sectas religiosas y
todo tipo de fenómenos para-religiosos; el tema de los conflictos
bélicos por motivos religiosos, así como los fundamentalismos religiosos
con connotaciones políticas sigue siendo también, por desgracia, una
noticia de las primeras páginas de los periódicos. Las importantes
personalidades religiosas y los grandes profetas de la humanidad (Juan
Pablo II, M. Teresa de Calcuta, Mons. Romero, el Dalai Lama, el Pastor
Billy Graham) siguen suscitando gran interés e interpelando la
conciencia de la humanidad; Jerusalén, Roma, La Meca o Benarés continúan
siendo el centro de atracción de millones de hombres que expresan sus
sentimientos religiosos en un mundo aparentemente desacralizado.
Muchos se han preguntado y se siguen preguntando por las
causas de esta especie de “resurgir religioso” de la humanidad en una
sociedad que se ha llegado a calificar de post-religiosa. Se han
apuntado sobre todo a cuatro causas, que pueden explicar de alguna
manera este interesante fenómeno:
1) La situación de crisis que vive la sociedad
actual, manifestada en todos los aspectos: económicos (desempleo,
endeudamiento, desigualdades...), sociales (hambre, enfermedades,
droga...), políticos (conflictos étnicos, territoriales,
nacionalismos...), medio-ambientales (sequías prolongadas, calentamiento
de la tierra, desequilibrio climatológico, destrucción de la
naturaleza...). Toda crisis produce inseguridad y propicia lógicamente
la búsqueda de la salvación y seguridad en la experiencia religiosa.
Toda crisis profunda ha hecho florecer los mesianismos, pero también la
experiencia religiosa.
2) El fracaso de las ideologías: El marxismo ha
mostrado su estrepitoso fracaso en los países del este europeo; el
socialismo ortodoxo tampoco ha logrado imponerse ni terminar con las
desigualdades; pero tampoco el liberalismo ha logrado reducir las
desigualdades entre países ricos y países pobres, ni mantener el
crecimiento económico, ni la garantía del trabajo. El fracaso de las
ideologías ha podido hacer también que muchos vuelvan sus aspiraciones
hacia la religión como único punto de apoyo válido para sus esperanzas.
3) El exceso de racionalidad; El
antroponcentrismo y el racionalismo de la época moderna ha dado como
fruto una sociedad aprisionada por los postulados de la ciencia y la
técnica, caracterizada por el “funcionalismo” y la eficacia, pero
también por la falta de relaciones, de comunicación y calor humano; en
esta sociedad científico-racional se intenta dar solución a muchos
problemas concretos, pero no se pregunta por el sentido de la vida; se
plantea el “porqué”, pero no el “para qué” de las cosas y de la vida. El
exceso de racionalidad ha podido producir un resurgir de lo irracional,
pero también de lo mistérico y religioso; la deshumanización de las
relaciones ha hecho que el hombre busque el calor de la fraternidad en
los grupos humanos y religiosos, donde se pueda respirar y expresar los
sentimientos.
4) La falta de certeza y unidad: El hombre
moderno vive en un mundo pluralista y fragmentado; el saber se va
especializando cada vez más, de forma que se sabe más sobre cosas
concretas y menos sobre la totalidad; el saber especializado ha llevado a
“un mundo de cosmovisiones fragmentadas” (4); por otra parte, el
dinamismo progresivo de las ciencias y la fragmentación del saber es
también un motivo de inseguridad y relativización del conocimiento y la
verdad. El hombre de nuestro tiempo se siente impotente ante un mundo
técnico cada vez más sofisticado, en el que la verdad escapa en una
multitud de saberes dispersos. Es pues en cierto modo lógico que ante la
falta de certeza y unidad, la persona busque en la experiencia
religiosa una síntesis que le haga el mundo inteligible, le dé las
certezas que no le puede dar el saber científico y le ayude a encontrar
la propia identidad.
En la consideración de estas causas, se puede intuir el
significado de la religión para el hombre que se cuestiona
permanentemente sobre el sentido de todo, pero también aparece la
ambigüedad y los límites de este supuesto “retorno religioso”... ¿No
será este retorno algo puramente coyuntural, suscitado por los problemas
del momento? ¿Será la religión algo más que una pura ilusión que ayuda a
afrontar ciertos problemas del presente?. Por otra parte, ¿cómo se
manifiesta esa vuelta a lo religioso y esa “pervivencia de lo sagrado”?.
2. Algunas precisiones necesarias
Conviene hacer algunas distinciones previas, que nos ayuden a
entender mejor la experiencia religiosa y las mediaciones de las
diferentes religiones.
a. Sentimiento religioso y experiencia religiosa:es como la necesidad afectiva de estar ligado a algo distinto de uno
mismo; es como una cierta inclinación al misterio; es como la
prolongación de una afectividad sin objeto preciso; en el sentimiento se
buscan sensaciones y emociones, pero no implica ninguna creencia
concreta. La experiencia religiosa por el contrario es un
encuentro y una superación: un encuentro con un Dios, con un absoluto,
con una energía vital que nos transforma, algo presente y ausente,
inmanente y transcendente; la experiencia religiosa es además
superación, pues nos ayudará a salir de nuestros límites y a entrar en
otra realidad; la experiencia lleva al descubrimiento que más allá del
saber científico, hay un conocimiento profundo de las cosas.
b. Creencia y fe: La creencia es algo
connatural al hombre, Toda persona tiene alguna creencia; creer es no
saber; uno cree cuando no está seguro y en toda creencia hay siempre una
parte de incertidumbre y duda; cada uno tiene su creencia o sus
creencias, que no se refieren únicamente a Dios, sino que integran toda
cosa de explicaciones de fenómenos incomprensibles; por eso, puede haber
creyentes que no pertenecen a ninguna religión y creyentes en una
religión que no siempre comparten los postulados de fe. La fe
es más que simple creencia; es también una apuesta por la verdad no
evidente, pero implica adhesión, fidelidad, compromiso; existe una
relación muy profunda entre el “fiel” y el objeto de su fe; la fe no es
algo puramente individual, sino algo compartido con una comunidad de
fieles. Sin embargo hay personas que viven su fe fuera de una religión y
hay también miembros de una religión que “no tienen fe”. Una religión
sería “la unión de unos creyentes vinculados entre si por una
institución más o menos organizada; están ligados por una tradición, por
unas creencias y unos ritos comunes” (5).
c. Religión y magia: La magia implica
una actitud manipuladora de lo sagrado, entendiéndolo como “cosa” e
instrumentalizándolo en provecho propio o ajeno; convierte lo religioso y
lo sagrado en un medio para conseguir un fin. La religión, por
el contrario, implica sumisión y respeto ante lo sagrado, trata lo
sobrenatural como sujeto y no como objeto; el hombre verdaderamente
religioso respeta el misterio y se entiende dentro del misterio; la
religión es un fin en si mismo y nunca un medio manipulable para
conseguir un fin (6).
d. Religión y fe: Aunque religión y fe van
unidas entre sí y a veces se entienden como sinónimos, sin embargo
pueden distinguirse y de hecho, en buena parte de la tradición
protestante (Barth, Bohnhoeffer etc.) incluso se ven como dos cosas
enfrentadas e irreconciliables. Religión hace referencia más
bien al conjunto de creencias estructuradas en un sistema lógico de
pensamiento, que lleva consigo una serie de tradiciones, ritos y
prácticas para relacionarse con Dios. La fe por el contrario
sería la respuesta personal ante la llamada que Dios hace al hombre. En
la religión el punto de partida es el hombre, en la fe el punto de
partida es Dios.
e. Religión e ideología: No cabe duda que la
religión tiene una gran similitud con una ideología y no siempre es
fácil distinguir ambas cosas. Muchas veces la religión ha ido vinculada a
una ideología dominante, que se ha servido de ella como “legitimación
del orden social” (7): p.e. el catolicismo estuvo en muchos países
europeos vinculado a la ideología monárquica, o actualmente en algunos
países el islam forma un conglomerado político-religioso que no se puede
diferenciar de una ideología. La religión es a veces una explicación e
interpretación global del universo y la sociedad, con lo cual no es
fácil distinguirlo de una ideología. Sin embargo, hay un matiz
importante a tenerse en cuenta y es que las ideologías, cuando parten de
un solo principio, tienden a imponerse a la libertad humana y
fácilmente pueden volverse totalitarias e intolerantes; la verdadera
religión en cambio debe partir de la libertad y posibilitar la verdadera
libertad del hombre (8). La religión y la fe cuestionan y superan todas
las ideologías, pues la religión no tiene porqué ser una explicación
total y totalitaria del mundo.
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