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jueves, 2 de mayo de 2013

LAS RELIGIONES EN EL SIGLO XXI(MAYO/2013)

El tema de la religión es ya en si mismo un tema sumamente rico y complejo. Por eso, hablar de las religiones en la actualidad es sin duda una tarea bastante ardua. Pero el tema es también muy interesante e incluso fascinante, si hemos de creer a Ch. Baudelaire, que decía que “nada hay tan interesante en la tierra como las religiones”.
1.     ¿Resurgir de lo religioso?
¿Sigue siendo nuestra sociedad religiosa? ¿Tiene actualidad el tema de religión cuando hasta en la escuela cuesta reconocerle un puesto legítimo?. Se ha escrito que el hombre es “un animal religioso”, que no puede vivir sin dioses  ni ritos religiosos: “el hombre no vive de otra cosa que de la religión o de ilusiones” (G. Leopardi).
El sociólogo de la religión E. Durkheim habla de la “pervivencia de la religión” a través de todas las transformaciones históricas y vaivenes socio-culturales: “Hay algo eterno en la religión que está destinado a sobrevivir a todos los símbolos particulares con los que sucesivamente se ha recubierto el pensamiento religioso” (1). Y el gran especialista en la historia de las religiones, M. Elíade, cree que “el hombre arreligioso  en estado puro es más bien raro, incluso en la más desacralizada de las sociedades modernas; la mayoría de los hombres ‘sin religión’  se sigue comportando religiosamente, sin saberlo” (2).
Podemos decir por lo tanto que a pesar de la proclamación del fin de los estadios religioso y metafísico y el inicio de la “era científica” de la humanidad por parte de A. Comte y el positivismo filosófico, lo religioso sigue estando universalmente presente y las religiones siguen estando vivas. Es más, desde los años 70 se habla una y otra vez en los medios de comunicación de un “retorno de lo religioso” (3); quizá nunca como ahora han pululado tanto las sectas religiosas y todo tipo de fenómenos para-religiosos; el tema de los conflictos bélicos por motivos religiosos, así como los fundamentalismos religiosos con connotaciones políticas sigue siendo también, por desgracia, una noticia de las primeras páginas de los periódicos. Las importantes personalidades religiosas y los grandes profetas de la humanidad (Juan Pablo II, M. Teresa de Calcuta, Mons. Romero, el Dalai Lama, el Pastor Billy Graham) siguen suscitando gran interés e interpelando la conciencia de la humanidad; Jerusalén, Roma, La Meca o Benarés continúan siendo el centro de atracción de millones de hombres que expresan sus sentimientos religiosos en un mundo aparentemente desacralizado.
Muchos se han preguntado y se siguen preguntando por las causas de esta especie de “resurgir religioso” de la humanidad en una sociedad que se ha llegado a calificar de post-religiosa. Se han apuntado sobre todo a cuatro causas, que pueden explicar de alguna manera este interesante fenómeno:
1)      La situación de crisis que vive la sociedad actual, manifestada en todos los aspectos: económicos (desempleo, endeudamiento, desigualdades...), sociales (hambre, enfermedades, droga...), políticos (conflictos étnicos, territoriales, nacionalismos...), medio-ambientales (sequías prolongadas, calentamiento de la tierra, desequilibrio climatológico, destrucción de la naturaleza...). Toda crisis produce inseguridad y propicia lógicamente la búsqueda de la salvación y seguridad en la experiencia religiosa. Toda crisis profunda ha hecho florecer los mesianismos, pero también la experiencia religiosa.
2)      El fracaso de las ideologías: El marxismo ha mostrado su estrepitoso fracaso en los países del este europeo; el socialismo ortodoxo tampoco ha logrado imponerse ni terminar con las desigualdades; pero tampoco el liberalismo ha logrado reducir las desigualdades entre países ricos y países pobres,  ni mantener el crecimiento económico,  ni la garantía del trabajo. El fracaso de las ideologías ha podido hacer también que muchos vuelvan sus aspiraciones hacia la religión como único punto de apoyo válido para sus esperanzas.
3)      El exceso de racionalidad; El antroponcentrismo y el racionalismo de la época moderna ha dado como fruto una sociedad aprisionada por los postulados de la ciencia y la técnica, caracterizada por el “funcionalismo” y la eficacia, pero también por la falta de relaciones, de comunicación y calor humano; en esta sociedad científico-racional se intenta dar solución a muchos problemas concretos, pero no se pregunta por el sentido de la vida; se plantea el “porqué”, pero no el “para qué” de las cosas y de la vida. El exceso de racionalidad ha podido producir un resurgir de lo irracional, pero también de lo mistérico y religioso; la deshumanización de las relaciones ha hecho que el hombre busque el calor de la fraternidad en los grupos humanos y religiosos, donde se pueda respirar y expresar los sentimientos.
4)      La falta de certeza y unidad: El hombre moderno vive en un mundo pluralista y fragmentado; el saber se va especializando cada vez más, de forma que se sabe más sobre cosas concretas y menos sobre la totalidad; el saber especializado ha llevado a “un mundo de cosmovisiones fragmentadas” (4); por otra parte, el dinamismo progresivo de las ciencias y la fragmentación del saber es también un motivo de inseguridad y relativización del conocimiento y la verdad. El hombre de nuestro tiempo se siente impotente ante un mundo técnico cada vez más sofisticado, en el que la verdad escapa en una multitud de saberes dispersos. Es pues en cierto modo lógico que ante la falta de certeza y unidad, la persona busque en la experiencia religiosa una síntesis que le haga el mundo inteligible, le dé las certezas que no le puede dar el saber científico y le ayude a encontrar la propia identidad.
En la consideración de estas causas, se puede intuir el significado de la religión para el hombre que se cuestiona permanentemente sobre el sentido de todo, pero también aparece la ambigüedad y los límites de este supuesto “retorno religioso”... ¿No será este retorno algo puramente coyuntural, suscitado por los problemas del momento? ¿Será la religión algo más que una pura ilusión que ayuda a afrontar ciertos problemas del presente?. Por otra parte, ¿cómo se manifiesta esa vuelta a lo religioso y esa “pervivencia de lo sagrado”?.
2.     Algunas precisiones necesarias
Conviene hacer algunas distinciones previas, que nos ayuden a entender mejor la experiencia religiosa y las mediaciones de las diferentes religiones.

a.      Sentimiento religioso y experiencia religiosa:es como la necesidad afectiva de estar ligado a algo distinto de uno mismo; es como una cierta inclinación al misterio; es como la prolongación de una afectividad sin objeto preciso; en el sentimiento se buscan sensaciones y emociones, pero no implica ninguna creencia concreta. La experiencia religiosa por el contrario es un encuentro y una superación: un encuentro con un Dios, con un absoluto, con una energía vital que nos transforma, algo presente y ausente, inmanente y transcendente; la experiencia religiosa es además superación, pues nos ayudará a salir de nuestros límites y a entrar en otra realidad; la experiencia lleva al descubrimiento que más allá del saber científico, hay un conocimiento profundo de las cosas.
b.      Creencia y fe: La creencia es algo connatural al hombre, Toda persona tiene alguna creencia; creer es no saber; uno cree cuando no está seguro y en toda creencia hay siempre una parte de incertidumbre y duda; cada uno tiene su creencia o sus creencias, que no se refieren únicamente a Dios, sino que integran toda cosa de explicaciones de fenómenos incomprensibles; por eso, puede haber creyentes que no pertenecen a ninguna religión y creyentes en una religión que no siempre comparten los postulados de fe. La fe es más que simple creencia; es también una apuesta por la verdad no evidente, pero implica adhesión, fidelidad, compromiso; existe una relación muy profunda entre el “fiel” y el objeto de su fe; la fe no es algo puramente individual, sino algo compartido con una comunidad de fieles. Sin embargo hay personas que viven su fe fuera de una religión y hay también miembros de una religión que “no tienen fe”. Una religión sería “la unión de unos creyentes vinculados entre si por una institución más o menos organizada; están ligados por una tradición, por unas creencias y unos ritos comunes” (5).
c.      Religión y magia: La magia implica una actitud manipuladora de lo sagrado, entendiéndolo como “cosa” e instrumentalizándolo en provecho propio o ajeno; convierte lo religioso y lo sagrado en un medio para conseguir un fin. La religión, por el contrario, implica sumisión y respeto ante lo sagrado, trata lo sobrenatural como sujeto y no como objeto; el hombre verdaderamente religioso respeta el misterio y se entiende dentro del misterio; la religión es un fin en si mismo y nunca un medio manipulable para conseguir un fin (6).
d.      Religión y fe: Aunque religión y fe van unidas entre sí y a veces se entienden como sinónimos, sin embargo pueden distinguirse y de hecho, en buena parte de la tradición protestante (Barth, Bohnhoeffer etc.) incluso se ven como dos cosas enfrentadas e irreconciliables. Religión hace referencia más bien al conjunto de creencias estructuradas en un sistema lógico de pensamiento, que lleva consigo una serie de tradiciones, ritos y prácticas para relacionarse con Dios. La fe por el contrario sería la respuesta personal ante la llamada que Dios hace al hombre. En la religión el punto de partida es el hombre, en la fe el punto de partida es Dios.
e.      Religión e ideología: No cabe duda que la religión tiene una gran similitud con una ideología y no siempre es fácil distinguir ambas cosas. Muchas veces la religión ha ido vinculada a una ideología dominante, que se ha servido de ella como “legitimación del orden social” (7): p.e. el catolicismo estuvo en muchos países europeos vinculado a la ideología monárquica, o actualmente en algunos países el islam forma un conglomerado político-religioso que no se puede diferenciar de una ideología. La religión es a veces una explicación e interpretación global del universo y la sociedad, con lo cual no es fácil distinguirlo de una ideología. Sin embargo, hay un matiz importante a tenerse en cuenta y es que las ideologías, cuando parten de un solo principio, tienden a imponerse a la libertad humana y fácilmente pueden volverse totalitarias e intolerantes; la verdadera religión en cambio debe partir de la libertad y posibilitar la verdadera libertad del hombre (8). La religión y la fe cuestionan y superan todas las ideologías, pues la religión no tiene porqué ser una explicación total y totalitaria del mundo.

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