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miércoles, 9 de enero de 2013

LA CIENCIA Y LA FE RELIGIOSA(ENERO/2013).

Partir del hombre y de los hombres
Es costumbre, cuando se abordan cuestiones de fe y de religión, hablar inmediatamente de Dios, probar su existencia, etc. Hoy ya no podemos seguir así, porque la palabra «Dios» no es evidente por sí misma. Estamos todos penetrados por una mentalidad ambiente que supone un ateísmo práctico. Ciertos ateísmos pretenden justificarse por medio de la razón o de una ideología; pero en muchos casos, se trata de una actitud concreta que se reduce a esto: «De Dios no puedo decir nada, no puedo saber nada, se discute sobre su existencia desde hace siglos; hay personas muy inteligentes que han creído en él y que siguen creyendo; y hay otras, no menos inteligentes, que no creen. ¿Cómo puedo yo, que no tengo su inteligencia, meterme a juez de ellos? De todas formas, si Dios existe, ¿puede interesarse por el mundo, por nosotros, por mí? Si Dios existe, ¿cómo puede tolerar la inmensidad del mal y del sufrimiento que se abate sobre la humanidad? ¿Sería acaso un Dios "neroniano", al estilo del emperador Nerón, del que se dice que prendió fuego a Roma y miraba fascinado, desde el observatorio de su palacio, cómo ardía la ciudad?».
La respuesta será entonces, bien un rechazo formal y decidido, bien una confesión de ignorancia que no busca ir más allá. Esta confesión de ignorancia se llama «agnosticismo», y puede encontrarse en personalidades eminentes que tienen el sentido de la dimensión espiritual del hombre. Por no poner más que un ejemplo, André Malraux, marcado interiormente por la cuestión religiosa, capaz de comentar el Evangelio de san Juan de manera maravillosa, se confesaba agnóstico, es decir, incapaz de pronunciarse acerca de la existencia o inexistencia de Dios
Por respeto al nombre de Dios, no lo pronunciemos demasiado deprisa. Sobre todo, no lo manchemos. Preguntémonos mas bien por nosotros mismos  Es en nosotros donde tenemos que buscar la huella de Dios Si no la encontráramos en nosotros, nada nos permitiría hablar de el
El ser humano es un sujeto personal
Tenemos que entrar pues en un análisis un poco mas preciso del «fenómeno» paradójico y del curioso animal que somos1 En lo que sigue, el lector es invitado a no contentarse con leer, sino a volverse a la experiencia corriente que tiene de si mismo y verificar, por comparación, si lo que se le propone corresponde o no con esa experiencia
Nosotros pertenecemos al mundo físico y biológico del universo es una evidencia Estamos hechos de los mismos átomos que todos los demás seres, del mismo tipo de componentes biológicos y de células que todos los demás animales
Sin embargo, nos diferenciamos de ellos por la conciencia de nuestra propia existencia, de nuestro YO, por nuestras posibilidades de razonamiento, por nuestra capacidad para proyectarnos hacia el futuro, y por otros muchos aspectos Por otra parte, los animales pueden sentir que van a morir, pero no piensan en la muerte en cuanto tal Nosotros en cambio sabemos «desde siempre» que tenemos que morir, y eso lo cambia todo Porque la muerte nos plantea la cuestión de nuestro destino y del sentido de nuestra vida «El hombre no es mas que una caña —escribe Blaise Pascal—, la mas débil de la naturaleza, pero una caña pensante»2 Esa caña pensante es también un «monstruo de inquietud»   No solo pensamos, sino que nos sentimos también responsables de nosotros mismos y angustiados por el tremendo problema de acertar en nuestra vida

   Quisiera traducir aquí en términos lo mas claros posible lo que el teologo alemán Karl Rahner (1904 1984) ha llamado «la experiencia trascendental» del hombre es decir la experiencia que cada uno de nosotros tenemos de un dinamismo interior de una «trascendencia» que nos traspasa y supera sienpre Cf su libro Curso fundamental sobre la fe Herder Barcelona 1984
   B Pascal Pensees 200 (Lafuma) o 347 (Brunschvicg)
Somos también los únicos que podemos construir un lenguaje elaborado y «abstracto» a partir de las cosas que vemos y oímos, dejemos de lado aquí las investigaciones, muy interesantes por lo demás, sobre el lenguaje de las abejas o de otros animales, ya que no se trata de la misma cosa3
Podemos, en fin, actuar sobre la naturaleza para transformarla Colectivamente, somos portadores de un progreso científico y técnico cuyo ritmo se acelera siglo tras siglo Sabemos también que este progreso puede conducirnos tanto a lo peor como a lo mejor4 Ocurre lo mismo en el terreno político nuestras sociedades están organizadas para establecer los derechos y los deberes de todos, y mantener la paz y la justicia Pero pueden fracasar en la realización del «bien común» o dejarse arrastrar tanto a la anarquía como a los excesos de diferentes formas de dictadura
Nuestra conciencia psicológica va acompañada de una conciencia moral, vinculada al sentido de la responsabilidad Porque tenemos el sentido del bien y del mal En definitiva, pensamos, conocemos, entramos en relación con nuestros semejantes y pretendemos controlar el desenvolvimiento de nuestra existencia Cada uno de nosotros es un sujeto «personal», del mismo modo que es «sujeto de derechos» ante la ley, y reaccionamos enérgicamente cuando se violan los derechos de una persona humana
   No es una afirmación gratuita puesto que existe en este punto un consenso muy amplio en los medios científicos Haría falta todo un libro para explicar estas cosas y no es el objetivo de este
4    Hoy la angustia ecológica anida en todos nosotros El hombre se enfrenta a su responsabilidad y a su libertad en el uso de los descubrimientos y de la naturaleza Pero, ¿no nos olvidamos de que en los países llamados desarrollados estamos en presencia de una naturaleza casi completamente domesticada y «humanizada» por muchos milenios de trabajo humano Basta ir a ciertos lugares de África o Asia para tomar contacto con la naturaleza llamada «virgen» Su carácter salvaje causa a veces miedo Pero hoy estamos descubriendo que los mejores progresos científicos y técnicos chocan con la limitación de los recursos naturales, reservándonos para un próximo futuro decisiones difíciles
Escuchar las objeciones
A esta rápida descripción se le pueden hacer, y se le han hecho, múltiples objeciones iQue pretensión la del hombre de autoproclamarse obra maestra del mundo, superior a todos los demás seres' ¿No esta refutada hoy esta superioridad, cuando se desarrollan tantas ciencias, las «ciencias humanas» como se llaman, que tratan de dar cuenta de la manera mas objetiva posible de la realidad del hombre. La biología y la ciencia del cerebro describen de manera cada vez mas detallada los vínculos entre la circulación de las corrientes eléctricas de nuestra corteza cerebral y las funciones del pensamiento, la afectividad, la decisión, la acción, etc ¿Que queda con todo esto de una acción libre. Todos conocemos el psicoanálisis, que no es solo un método de curación, sino también una disciplina teórica que pretende dar cuenta del ser humano Antes que el, por lo demás, otras formas de psicología habían hecho ya el inventario de todos los determinismos que pesan sobre el individuo humano y habían cuestionado incluso su libertad Igualmente, la sociología, cuyos métodos progresan rápidamente, describe todos los determinismos vinculados a la vida en sociedad La historia pone de manifiesto también buen numero de mecanismos subyacentes a los comportamientos humanos La economía, en fin, lugar de tantos intercambios entre los hombres, obedece a leyes ineludibles
En resumen ¿En que queda el hombre considerado hasta aquí como una persona libre.¿Sigue existiendo como tal. ¿No queda mas bien reducido a una maquina compleja. Si el mensaje de la muerte de Dios estaba en boca de muchos hace unos treinta años, pronto lo ha seguido el de la «muerte del hombre» Pero, ¿acaso no hay una correlación entre estas dos «muertes» en el clima de nuestra cultura. El hombre no es mas que una «estructura» particular en el conjunto de las estructuras de todo orden que componen el mundo Nada mas Es decir, es una cosa entre otras, sometida al azar general y sin ninguna significación particular
Estamos rodeados, en efecto, por todas partes por una multitud de ciencias que nos dicen que en muchas circunstancias no somos mas que marionetas movidas por unos hilos que se nos escapan. La ciencia hoy es capaz de descomponernos, de separar todas nuestras piezas lo mismo que se desmonta un motor. Puede también reconstruirnos desde diversas perspectivas, y no faltan quienes lo hacen. Pues, aunque el punto de partida científico es parcial, la intención interpretativa es global.
Por supuesto, estas diversas ciencias son perfectamente legítimas, cada una en su terreno, y nos enseñan mucho sobre nosotros mismos. Patinan sin embargo cuando pretenden decirlo todo sobre el hombre. Porque hay un punto que ignoran sistemáticamente, en cierto modo por hipótesis: el sujeto cog-noscente que se dedica a la investigación en cada disciplina y que lleva a cabo estas descomposiciones y recomposiciones. Desde el momento en que el investigador mismo se considera producto de sus análisis, se olvida de sí mismo, olvida la estructura de su propia conciencia, que lo empuja a investigar sin cesar pero que no entra nunca en el contenido de su investigación. Porque él es también quien tiene conciencia de estar allí y de plantearse la cuestión del porqué ha hecho eso y del sentido exacto de sus hallazgos. Lejos de estar encerrado en sus resultados, se encuentra siempre más allá de ellos y no deja de interrogarse en ningún momento sobre sí mismo.
Eso es ser una PERSONA. Una experiencia irreductible que no puede sofocarse, que continuamente brota de nuevo. Pero es también una experiencia a cuyo lado podemos pasar casi sin darnos cuenta. Porque estamos hasta tal punto polarizados hacia el exterior que no logramos volvernos sobre nosotros mismos. Por eso conviene seguir avanzando un poco en la descripción de esta experiencia.
Diálogo interior y subjetividad
He aquí sin duda una trivialidad: vivimos en una presencia ante nosotros mismos que pasa por un diálogo interior en el que nos desdoblamos. ¿Quién no se ha reído alguna vez de las personas que hablan solas y en voz alta por la calle, diciéndose «tú» a sí mismas? Pero no hacen sino olvidarse un poco, expresando en voz alta el diálogo interior que cada uno de nosotros mantenemos en voz baja con nosotros mismos.
Eso es lo que se llama tener conciencia de si Salvo durante el sueño, el aturdimiento o la somnolencia, nunca dejamos de seguir el movimiento de nuestras asociaciones de ideas, en el que siempre nos desdoblamos en alguien que habla y alguien a quien se habla Ese desdoblamiento —que no tiene nada que ver con el desdoblamiento de la personalidad— es un fenómeno enormemente interesante Expresa un ir y venir entre nosotros y nosotros mismos Por un lado, hay un surgimiento ininterrumpido de pensamientos y cuestiones, por otro, hay frases que se forman y engendran un discurso dirigido a aquel que es su origen Es imposible reducir esta dualidad Es fundante de nuestra conciencia humana A eso es a lo que llamamos una subjetividad personal
Dos polos en nosotros
Puede considerarse pues nuestro mundo mental como una elipse con dos polos hay en nosotros un polo subjetivo y otro objetivo
El polo objetivo es muy fácil de definir pasa en efecto por las palabras y frases que nos dirigimos a nosotros mismos y que dirigimos a los demás, que escribimos también Es importante, por otra parte, notar que usamos con nosotros mismos el mismo lenguaje que utilizamos con los otros En cierto modo, yo soy otro para mi mismoEl polo subjetivo es mucho mas difícil de captar y de definir, simplemente porque no podemos mirarlo cara a cara Actúa siempre por detras de nosotros, proyectándonos hacia adelante Nos ocurre a este respecto como al ojo con su propia retina La retina le permite a mi ojo ver el exterior, pero yo no puedo, directamente, ver mi propia retina, porque mi ojo no puede volverse sobre si mismo Igualmente, tampoco puedo verme la espalda sin un espejo Si me vuelvo para verme-la, mi cuerpo se vuelve conmigo y no consigo nada no tengo ojos detras de la cabeza
No obstante, el polo subjetivo esta siempre ahí, anida en mi y me acompaña, incluso cuando estoy como fuera de mi mismo, apasionado por lo que hago o por lo que veo Pero, dado que es imposible captarlo directamente, veamos unos ejemplos
El del niño que juega en su parque. Está tranquilo, su atención está como embebida por los juguetes que le han dado. Sabe también que su madre está allí, a su lado. Supongamos que su madre sale de la habitación sin decirle nada; él se da cuenta enseguida y manifiesta con llanto su descontento. Había por tanto en él una curiosa conciencia, latente o implícita —¡casi inconsciente!— que le aseguraba que su madre estaba allí y que todo iba bien.
Otro ejemplo: cuando trabajo, estoy ocupado por el objeto de mi trabajo y no pienso en absoluto en mí. Sin embargo, en ningún momento dejo de ser consciente de que soy yo quien está en este momento aquí trabajando, por ejemplo tecleando en el ordenador, ya se trate de cuadrar unas cifras, de buscar la solución a un problema de matemáticas o de escribir un artículo..
He aquí pruebas, «experimentales» podría decirse, de esa tensión entre los dos polos de nosotros mismos.
El primero, el subjetivo, es infinitamente más fuerte y profundo que el segundo, porque es el motor. Rara vez se siente satisfecho de lo que ha realizado el otro polo. Lo supera y lo empuja hacia delante sin cesar. Es el que hace que a toda respuesta siga una nueva pregunta.
¿Hay que hablar de «conciencia» en relación con este polo? Su originalidad estriba precisamente en estar a caballo entre lo consciente y lo inconsciente. Es como un iceberg, cuya parte sumergida es mucho más importante que la parte emergente. Pongamos todavía otro ejemplo de la manifestación de este polo subjetivo (podría decirse originario, puesto que es el origen de todos nuestros estados de conciencia) y de este desdoblamiento del yo Supongamos un novio que esta escribiendo a su novia Quiere expresarle los sentimientos profundos que ella le inspira Pero esos sentimientos son muy difíciles de expresar Al cabo de algunas frases, el joven siente la tentación de romper la carta pensando no es esto lo que yo quería decir, lo que he escrito es ridículo, ¿qué va a pensar de mi. Quizá intente hacerse poeta no, es peor aún Algo en el le advierte de la distancia que hay entre sus sentimientos y la expresión de los mismos Ocurre lo mismo con el pintor decepcionado con su cuadro, con el científico insatisfecho con su experimento, con el escritor descontento con el comienzo de su novela La conciencia de la inadecuación entre la realización y la intención pone de manifiesto la existencia en nosotros de ese polo indefinible, que se nos escapa y que al mismo tiempo nos sirve de medida para juzgar lo que hacemos
Se puede hablar aquí de conciencia de concomitancia, es decir, que al mismo tiempo que estoy pensando o actuando, algo me acompaña en este pensamiento y en esta acción Este polo emerge efectivamente en nosotros periódicamente, pero no podríamos expresar toda su riqueza Es el lugar de nuestros deseos, de nuestras pasiones, de nuestras creaciones artísticas o profesionales, de nuestras decisiones, en definitiva, del compromiso de nuestra libertad
Pero este polo nunca vive enteramente solo, porque continuamente esta en intercambio con el polo del lenguaje y con el exterior por medio de nuestras relaciones y nuestros actos Es la dualidad de estos polos la que nos permite reflexionar, del mismo modo que un espejo refleja, o «reflexiona», nuestra imagen Toda «reflexión» supone este movimiento de ida y vuelta entre ambos polos, el subjetivo y el objetivo
Un polo abierto al infinito
Lo que ocurre en el corazón de ese polo misterioso de nuestra conciencia —ya lo hemos presentido— es que esta habitado por un deseo, nunca satisfecho, de ir mas alia, de poseer mas, de querer ser mas Se habla mucho hoy de la «calidad de vida» Nuestro deseo profundo es evidentemente vivir, vivir lo mejor posible, es decir, no solo en el bienestar material, sino mas aun en la riqueza cultural del arte, en todas sus formas, de la literatura y del ocio Y todo esto se quedaría en nada si no pudiéramos vivir en armonía afectiva, en el amor que se prodigan esposo y esposa, en el amor de los hijos ¿No es eso acaso lo que da valor a nuestros domingos y días libres. Un tiempo de descanso, en el que uno se toma tiempo para vivir, para saborear el presente con la familia y los amigos Nuestro deseo es también poder vivir «siempre» asi, y experimentamos como una limitación los signos de la edad que avanza, de la siguiente generación que nos empuja y nos recuerda que todo tiene un fin
Este deseo contiene un dinamismo que nos hace aspirar siempre a mas Nunca estamos satisfechos de lo que tenemos, siempre quisiéramos tener algo mas, en relación con la vivienda, con el salario, con los estudios, con el tiempo libre, y también con la afectividad

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