b

>

viernes, 10 de enero de 2014

LA VIOLENCIA URBANA EN VENEZUELA Y LA CULTURA DE LA MUERTE(ENERO/2014)

La cultura de la muerte se ha convertido una manera de ser en Venezuela. De los 24 estados que conforman el territorio, nueve son los más peligrosos con veinte mil 421 muertes y acaparan el 75% de los homicidios en 2013
Nadie escapa a la inseguridad. En los estados más violentos, la gente vive atemorizada. Los homicidios se cuentan a diario. Un día puedes vivir y a las horas, desaparecer por la mano  de los delincuentes que a fuego y sangre fría, drogados y por placer, matan inocentes, mujeres, hombres, ancianos y niños.
Tareck El Aissami reveló a principios de año en la Asamblea Nacional las cifras de homicidios. Con datos oficiales y reportes periodísticos, se destaca que Miranda es el estado de más sangre y donde se registra la mayor tasa de muertes en Venezuela.
 Allí en Miranda está Petare, el cordón marginal y sobrepoblado más grande de Latinoamérica.
La magnitud de la violencia en los países de América y el caribe, en particular en la Región Andina, se ha convertido en un grave problema social y de salud, siendo durante 1999, el continente con las mayores tasas de homicidios según informes de la OMS.
América es el continente más violento del mundo, las tasas de homicidios varían entre los países de la región y pueden ser bajas como las de Chile o Costa Rica (entre 3 y 4 homicidios por cada cien mil habitantes), medias como Venezuela o México (alrededor 20 homicidios por cada cien mil habitantes) o altas como las de El Salvador, Brasil y Colombia país este con la tasa más alta de homicidios del mundo, alrededor de 80 por cada cien mil habitantes. (1) Pero visto en conjunto, América es un continente violento y se incluye en este grupo a los Estados Unidos de Norteamérica, con una tasa de 8.5 homicidios por cada cien habitantes, la cual es baja comparadas con algunos países de la región, pero muy alta si la compara con países industrializados como Inglaterra, Francia y Japón con tasas inferiores de 2 homicidios por cada cien mil habitantes. (2, 3)
En la imagen estereotipada que se tiene de la región, América Latina siempre ha sido un área violenta. Sin embargo y a pesar que en algunas sociedades esto pueda ser verdad, el incremento de la violencia urbana que se presenta de manera importante a de la segunda mitad de los años ochenta es un fenómeno distinto y singular. Es una realidad que requiere de un esfuerzo de comprensión e interpretación.
Por sus magnitudes la violencia se a convertido en un problema de salud pública. Si bien en la región las enfermedades cardiovasculares y el cáncer son las primeras causas de muerte, la violencia es la primera causa de años de vida perdidos, pues son muertes que ocurren principalmente entre jóvenes que tienen muchos años de esperanza de vida perdidos. (4, 5)
Resultan pues comunes a las realidades y tendencias de nuestros países, no sólo las estadísticas comentadas, sino otros problemas como los caóticos procesos de urbanización, las profundas y crecientes diferencias sociales, las prácticas y actitudes que vienen deteriorando los valores y la ética que llevan a algunos a justificar la practica de la violencia en las relaciones humanas cotidianas, al tiempo que se pierde para reconocer y aceptar las diferencias, con la consecuente incapacidad para enfrentar y resolver conflictos.
Refiriéndonos a nuestro país desde finales de la década de los ochenta, Venezuela ha registrado un crecimiento en la mayoría de sus índices oficiales de criminalidad. La llamada violencia urbana se ha ido extendiendo velozmente en las principales ciudades del país, expresándose en múltiples formas, unas más visibles que otras, bien a través de las relaciones familiares e interpersonales, o en los diversos campos de la acción institucional pública, además de altas cifras de delitos violentos, los nuevos delitos que se cometen con elevado grado de sofisticación y las violencias a los derechos humanos, que con creciente impunidad cometen algunas agencias del estado.
En los últimos diez años, la ciudad de Caracas ha presentado signos inequívocos de una violencia epidémica, que en el caso de la homicida muestra rasgos endémicos. Cifras de la Organización Panamericana de la Salud revelan que desde 1993, el homicidio en Caracas desplazó a los accidentes de tránsito como primera causa de muerte entre hombres en edades comprendidas entre los 15 y los 29 años. La reacción ciudadana ante estos graves problemas de violencia e inseguridad personal, ha sido una mayor restricción a la vida en comunidad y a la coexistencia pacífica. La adopción de cambios radicales en hábitos y comportamientos colectivos, alterando rutinas culturales consolidadas y fragmentando selectivamente el entorno público ciudadano con la proliferación de enclaves cerrados y excluyentes. Sin embargo, el cambio y el deterioro en las condiciones de la vida de los ciudadanos quizás no sea el dato más preocupante. La multiplicación del pánico, de la sospecha y las arbitrariedades, propician la ruptura de lo que hasta ahora había sido la ética comunitaria, transformando drásticamente los usos de la cultura urbana, con la amenaza de disparar además, históricos elencos de convivencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario