EL CONSUMO NOCIVO DE ALCOHOL Y LA VIOLENCIA:
Es de alto riesgo tanto de ser víctimas como de ser perpetradores de
actos de violencia juvenil. La violencia juvenil adopta muchas formas,
como intimidación, violencia de bandas, agresiones sexuales y agre-
siones en calles, bares y clubes nocturnos. Tanto las víctimas como los
autores son personas jóvenes, y las consecuencias de esta violencia
pueden ser catastróficas. En el mundo mueren diariamente una media
de 565 jóvenes de entre 10 y 29 años de resultas de la violencia inter-
personal, con mayor riesgo para los varones, y se estima que, por cada
muerte, entre 20 y 40 jóvenes necesitan tratamiento hospitalario por
lesiones debidas a actos violentos (1). Las consecuencias de la violen-
cia juvenil alcanzan a todos los sectores de la sociedad, suponen una
carga enorme para los servicios públicos y deterioran las comunida-
des. Por ello, reducir el consumo nocivo de alcohol y la violencia entre
los jóvenes debe ser una prioridad para los responsables de políticas
El consumo nocivo de alcohol se define como un patrón de consumo que daña la salud. El consumo peligroso de alcohol se define como un patrón de consumo que eleva el riesgo de consecuencias perjudiciales para el consumidor (Organización Mundial de la Salud, http://www.who.int/substance_abuse/terminology/who_lexicon/en/).
De acuerdo con el Informe mundial sobre la violencia y la salud (1), se define a los jóvenes como las personas de entre 10 y 29 años.
y los profesionales de toda una amplia gama de organismos; a los del ámbito de la salud pública les corresponde, en particular, la importante función de encabezar la creación de alianzas y la prevención. Esta nota descriptiva resume el papel del alcohol en la violencia juvenil, la magnitud del problema, los factores de riesgo de verse envuelto en actos de violencia juvenil relacionada con el alcohol, las medidas de prevención y el papel de la salud pública.
Relaciones entre el alcohol y la violencia juvenil
El consumo de alcohol afecta directamente a las funciones cognitivas y físicas.
■
El consumo peligroso puede reducir el autocontrol y la capacidad de proce-
sar la información de llegada y de evaluar los riesgos, e incrementar la labilidad
emocional y la impulsividad, lo que hace a algunos bebedores más propensos
a recurrir a la violencia en caso de confrontación (2,3). De la misma forma,
la disminución del control físico y de la capacidad para reconocer los signos
de alarma en situaciones potencialmente peligrosas puede convertir a algunos
bebedores en blancos fáciles de agresores (4,5).
■ Las creencias individuales y sociales acerca de los efectos del alcohol (por ejem-
plo, que aumenta la confianza y la agresividad) pueden inducir a consumirlo
como preparación para la participación en actos violentos (6).
■ Ser víctima o testigo de actos violentos puede conducir al consumo nocivo de
alcohol como mecanismo de afrontamiento o para automedicarse (7).
■ Los lugares de consumo de alcohol que son incómodos y están atestados y mal
gestionados contribuyen a que haya más agresiones entre bebedores (8,9).
■ El alcohol y la violencia pueden estar relacionados a través de un factor común
(por ejemplo, el trastorno de personalidad antisocial) que incremente tanto el
riesgo de beber grandes cantidades de alcohol como el de tener comportamien-
tos violentos (10,11).
■ Alcohol y violencia pueden estar relacionados ritualmente como integrantes de
la cultura de las bandas juveniles (véase el recuadro 1).
■ El consumo peligroso y el consumo nocivo de alcohol son factores de riesgo fun-
damentales de violencia infligida por la pareja (12), que puede darse en las
relaciones entre jóvenes (13).
■ La exposición intrauterina al alcohol (que causa los cuadros denominados «sín-
drome fetal debido al alcohol» o «efectos del alcohol sobre el feto») se asocia a
problemas comportamentales y sociales, incluidas conductas delictivas (14).
Magnitud de la violencia juvenil relacionada con el alcohol
A escala mundial, se dispone de pocos datos uniformes que permitan compa-
rar el consumo juvenil de alcohol entre unos países y otros. Sin embargo, varias
encuestas internacionales y regionales (como la Encuesta Mundial de Salud [16],
la encuesta mundial de la OMS de vigilancia sanitaria en la escuela [17] y la
Encuesta Escolar Europea sobre Alcohol y Otras Drogas [18]) muestran niveles
Violencia de bandas
RECUADRO 1:
Las bandas juveniles existen en todo el dos a cabo en los EE. UU. mostraron que
mundo y se asocian a menudo a actos el alcohol es un componente básico de la
violentos. En Bremen (Alemania), por cultura de las bandas y está estrechamen-
ejemplo, son responsables de casi la mitad te ligado a la violencia. Por ejemplo, las
de los delitos violentos registrados por reyertas entre miembros de bandas sur-
la policía (1). Aunque la mayoría de las gían después de consumir alcohol; se bebía
bandas se componen de varones jóve- antes de las peleas para fortalecer la con-
nes, en ambos sexos la pertenencia a ellas fianza y después de ellas para sellar la
se asocia a mayores niveles de violencia unidad de la banda, y el alcohol y la vio-
y consumo de alcohol (p. ej., países del lencia estaban ligados ritualmente durante
los procesos iniciáticos (6).
Caribe [15]). Estudios cualitativos lleva-
y patrones de consumo de alcohol que varían mucho entre los países. Así, según
la Encuesta Mundial de Salud, la tasa de abstinencia entre los jóvenes de 18–24
años va del 6,7% de Letonia al 98,6% de las Comoras, y el porcentaje de con-
sumidores masivos ocasionales está comprendido entre el 0,2% del Líbano y
Malasia y el 20,1% de la República Checa (16). En la Región de Europa y la
Región de las Américas de la OMS, los adultos jóvenes (de 18–24 años) tienen
más probabilidades de ser consumidores masivos ocasionales que la población
general adulta (por ejemplo, Brasil, República Checa, España, República Domi-
nicana [16]). En otros lugares, el incremento del consumo entre los jóvenes (por
ejemplo, Israel [19], Filipinas [20]) hace temer que se esté propagando por los
países una cultura juvenil del consumo excesivo de alcohol. Además, aunque en la mayoría de los países el consumo masivo ocasional de alcohol es más frecuente en varones, está aumentando entre las mujeres, y en algunos países ya es más común en ellas (por ejemplo, en Australia entre los 14 y los 19 años, y en Lituania entre los 15 y los 16 años [16]).
También los niveles de violencia juvenil varían mucho de unos países a otros.
La mortalidad por homicidio entre los jóvenes de 10 a 29 años está compren-
dida entre 84,4 por 100 000 habitantes (156,3 en el caso de los varones y 11,9
en el de las mujeres) en Colombia y menos de 1 por 100 000 habitantes (hom-
bres y mujeres) en Japón y Francia (1). Considerando todos los grupos de edad,
se estima que el alcohol es responsable del 26% de los años de vida perdidos por
homicidio entre los varones, y del 16% entre las mujeres. El intervalo va desde el
18% entre los varones y el 12% entre las mujeres en países en desarrollo de alta
El consumo masivo ocasional se define como el consumo de seis o más copas en una misma ocasión al menos una vez a
la semana en el caso del Líbano, y como el consumo de cinco o más copas en una misma ocasión al menos una vez a la
semana en Malasia y la República Checa.
Basado en los años de vida ajustados en función de la discapacidad (AVAD)(16).
mortalidad (donde hay una alta Factores de riesgo de
RECUADRO 2:
mortalidad por otras causas, como
violencia juvenil
enfermedades o hambrunas) al 41% y
el 32%, respectivamente, en los paí-
Factores individuales
ses desarrollados (16). Aunque la ■ Sexo masculino
violencia no mortal es más difícil de ■ Complicaciones del parto
cuantificar a escala internacional, ■ Trastornos de la personalidad y de la
conducta
estudios realizados en muchos países
■ Inteligencia/rendimiento académico
ponen de manifiesto relaciones entre
deficientes
la violencia juvenil no mortal y el con-
■ Impulsividad y problemas de atención
sumo nocivo de alcohol tanto por ■ Consumo de alcohol
parte del agresor como de la víctima.
Factores relacionales
A continuación se ofrecen algunos
■ Escasa supervisión parental
resultados:
■ Castigos físicos severos por parte de
■ En Israel, los jóvenes de 11–16 años
los padres
que dijeron tomar cinco o más copas ■ Conflictos parentales
en cada ocasión y haberse embria- ■ Gran número de niños en la familia
gado al menos una vez tenían una ■ Madre muy joven (p. ej., adolescente)
probabilidad dos veces mayor de ■ Escasa cohesión familiar
■ Hogar monoparental
cometer actos de intimidación, cinco
■ Bajo nivel socioeconómico de la
veces mayor de resultar heridos en
familia
una reyerta y seis veces mayor de lle-
■ Amigos delincuentes
var armas (21).
■ En Finlandia, en el 45% de los inci- Factores comunitarios y sociales
■ Presencia de bandas, armas y drogas
dentes violentos notificados por
■ Mala integración social/escaso capital
jóvenes de 12–18 años, el agresor, la
social
víctima o ambos habían consumido
■ Transformaciones demográficas rápi-
alcohol (22).
das en poblaciones jóvenes
■ En Filipinas, donde el 14% de los ■ Modernización y urbanización
jóvenes de 15–24 años dijeron haber ■ Desigualdad en los ingresos
lastimado a alguien en un acto vio- ■ Gobernanza débil
■ Cultura que da apoyo a la violencia
lento en los tres meses anteriores,
esta violencia estaba significati- Krug et al. 2002 (1)
vamente asociada al consumo de
alcohol (20).
■ En Inglaterra y Gales, los varones
de 18–24 años que dijeron embo-
rracharse mucho al menos una
vez al mes tenían dos veces más
Códigos AFR-D, AFR-E, AMR-D, EMR-D, SEAR-D de los subgrupos regionales de la OMS (véase el Informe sobre la
salud en el mundo 2002, disponible en: http://www.who.int/whr/2000/en/index.html).
Códigos AMR-A, EUR-A, EUR-B, EUR-C, WPR-A de los subgrupos regionales de la OMS.
Las probabilidades de haberse visto envueltos en una reyerta durante el año anterior que los que bebían regularmente pero no se emborrachaban mucho ocasionalmente; entre las mujeres, la probabilidad era cuatro veces mayor (23).
■ Entre los jóvenes de 10–18 años participantes en la Encuesta de salud de
escolares del Caribe, haber consumido alcohol durante el último año estaba significativamente asociado a violencia relacionada con armas tanto en hombres
como en mujeres (15).
■ En una muestra comunitaria de personas de entre 18 y 30 años de los Estados Unidos de América, casi el 25% de los hombres y el 12% de las mujeres habían sufrido actos violentos o agresiones en un bar autorizado o en sus proximidades durante el año anterior (24).
Factores de riesgo de violencia juvenil relacionada con el alcohol
Se han identificado una amplia gama de factores que incrementan el riesgo de los jóvenes de convertirse en víctimas o perpetradores de actos de violencia juvenil
(véase el recuadro 2). Aunque el consumo de alcohol, por sí solo, es un factor de
riesgo de verse envuelto en actos de violencia juvenil, muchos estudios (la mayoría de países desarrollados) han examinado concretamente la violencia relacionada con el alcohol y los factores de riesgo asociados.
Los varones tienen más probabilidades que las mujeres de convertirse en perpetradores o en víctimas de la violencia juvenil relacionada con el alcohol (23,25).
Sin embargo, en algunos países se ha asociado el consumo nocivo de éste a un
aumento desproporcionado de las tasas de comportamientos violentos entre las
chicas (por ejemplo, en Israel [21] y los países del Caribe [15]), pese a que sus
niveles generales de consumo de alcohol y de violencia suelen ser inferiores a los masculinos. Dentro del grupo de edad juvenil, los niveles de participación del alcohol en actos violentos aumentan con la edad a lo largo de la adolescencia (por ejemplo, en Finlandia [22]), y recientemente se ha constatado un máximo de violencia relacionada con el alcohol en los últimos años de la segunda década y
primeros de la tercera (16–19 años en Inglaterra y Gales [26], 20–24 años en
Australia [27]). Otros factores que se han asociado a un mayor riesgo de verse
envuelto en actos de violencia relacionada con el alcohol son un bajo nivel educativo (28), unas escasas expectativas universitarias (29), el sufrimiento emocional en la adolescencia (30), la implicación en otras formas de conducta antisocial,tener amigos delincuentes (23) o consumidores de alcohol (31), y tener en grado acusado rasgos de personalidad que inclinan a la agresión (por ejemplo, hostilidad y rabia) (32).
Las asociaciones entre alcohol y violencia pueden también variar dentro de las sociedades según el origen étnico. En los Estados Unidos, se ha registrado una relación más estrecha entre alcohol y peleas en los jóvenes mexicanoamericanos.
Países participantes: Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Islas Vírgenes Británicas, Dominica, Granada, Guyana,
Jamaica y Santa Lucía. En Israel, la relación entre consumo de alcohol e intimidación es mayor entre los jóvenes judíos, si bien la relación entre consumo de alcohol y ser herido en una pelea o llevar armas es mayor entre los jóvenes árabes (21).
Los niveles de consumo de alcohol entre los jóvenes están estrechamente rela-
cionados con el riesgo de verse envueltos en actos violentos; así, los que empiezan a beber a edades más tempranas, beben con frecuencia y beben en grandes cantidades corren mayor riesgo de convertirse en perpetradores y en víctimas(29,34,35,36). Un estudio entre escolares suizos halló que haberse emborrachado más de una vez se asociaba positivamente a la comisión de actos de intimidación y de violencia, si bien reducía el riesgo de ser víctima de intimidación, sobre todo entre individuos socialmente integrados (37).
El riesgo de cometer actos violentos relacionados con el alcohol se ve también
influido por las creencias de la sociedad y los individuos sobre los efectos de éste.
Se registran lazos más estrechos entre violencia y alcohol en las sociedades en las que éste está menos integrado en la vida diaria (38), así como en los individuos que prevén que el alcohol incrementará la agresividad (32). Gran parte de la violencia relacionada con el alcohol se produce por la noche, sobre todo los fines de semana (39), y a menudo se localiza en los establecimientos en los que se consume alcohol o en sus proximidades (recuadro 3). Las características de los lugares de consumo de alcohol relacionadas con una mayor probabilidad de comportamientos violentos son las siguientes: bajos niveles de confort (por ejemplo, locales atestados, sin asientos ni ventilación, ruidosos y calurosos); establecimientos poco atractivos y mal gestionados; la oferta de descuentos en la venta de bebidas alcohólicas; la presencia de porteros agresivos; una alta proporción de clientes ebrios,y una actitud permisiva ante las conductas antisociales (por ejemplo, servir a menores o a clientes ebrio y permitir el lenguaje obsceno o prácticas sexuales en público) (8,40,41). También una mayor concentración de establecimientos de consumo de alcohol en la zona se asocia a una mayor prevalencia de violencia (42).
No hay comentarios:
Publicar un comentario